Presentación


Bienvenido a mi pequeño rincón de caos creativo, café a medianoche, y gatos que ronronean en regazos ajenos. Encontrarás artículos de escritura en el tercer pasillo a la derecha, detrás del título torcido de experta-en-nada. Las críticas literarias están en la mesita de noche del dormitorio, junto con las gafas de Risto Mejide y la libreta negra sin adornos. Oh, y las reflexiones propias, no te olvides de reflexiones propias. Están metidas dentro del libro "La entrometida número uno", en la habitación de invitados. Por último te dejo algo lejanamente parecido a microrrelatos en el salón. Tú rebusca entre los cojines del sofá, que algo saldrá.

Curiosea, critica, opina y siéntete como en casa. Las maletas ya te las traigo yo.

Atte.,
N. Arizona.


jueves, 27 de octubre de 2011

De eruditos de la literatura que se pelean con adolescentes hormonadas.

Hace poco se iniciaron unos concursos en cadena llamados Fanfic Awards en el foro Hotela Bella Muerte del que ya he hecho mención alguna vez. La cosa es sencilla: los usuarios votan al fanfic que más les ha gustado, se hacen nominaciones, y posteriormente se escojen a los ganadores. Si bien nunca he sido muy dada a los concursos de cualquier tipo, en este caso he decidido curiosear. Tengo un par de autores y fanfics favoritos en el foro (a los que, muy vilmente, no he dejado comentario aún. Qué mal), pero me ha sorprendido ver que sólo alguno (por no decir casi ninguno) se encontraba entre los nominados. Más aún, que apenas habían sido votados en la primera ronda. 

Quienes os hayáis metido alguna vez en el Oh, fascinante mundo de los fanfics sabréis a lo que me refiero: historias estilísticamente brillantes que caen en el olvido mientras otras sin nada en particular se alzan como el nuevo templo de adoración de los lectores. Y la verdad es que al ver esto no he podido evitar pensar en una analogía con la literatura comercial y la literatura de minorías.

Por ahí dicen que la literatura comercial es basura que ha tenido suerte. Letras para aborregar borregos. Caquita de la buena. Y muchos más adjetivos peyorativos que ahora no vienen a caso. Pero cada vez que escucho algo de esto no puedo evitar sonreír por lo bajo y hacer un recordatorio mental: esa caquita de la buena probablemente llegará más lejos que cualquier literatura de la buena. Dentro de unos años el boca a boca hará que miles de adolescentes ostenten en sus manos un pedacito de la caquita y lo muestren emocionadas a sus amiguis; pero para que esto pase antes tendrán que haberla comprado. Y si la han comprado, se han dejado dinero en ello. Y si se han dejado dinero en ello, la editorial tendrá fondos para hacer nuevas tiradas. Y poco a poco tendremos, señores, lo que nosotros llamamos un "Best-seller".

Un Best-seller que partió siendo basura con suerte. 

Son muchos los debates que se han formado a raíz de esto. ¿Qué es mejor? ¿Escribir para gustarse a uno mismo, o escribir para gustar a un público homógeno que quiere historias sobre vampiros que van al instituto? ¿Escribir literatura minoritaria o literatura comercial? ¿Cuál de las dos tiene más derecho a ostentar el rango de "literatura"? ¿Cuál es más literatura?

Y, oh. Oh. Aquí viene cuando me posiciono.Qué chupi-guay. 

Seamos francos, la buena literatura, el buen escrito no es aquel que reflexiona sobre la inmensidad de la belleza en el otoño y cuenta milimétricamente la gama de colores que se refleja en las hojas de cualquier cutre-planta del jardín de mi abuela. El buen escrito no hace una combinación de figuras estilísticas brillantes, unos diálogos sorprendentes y una trama complejísima, pero que no entiende ni su madre. Pero, desde luego, el buen escrito tampoco es aquel que vomita palabras, incluye trilladas historias adolescentes y ambiciona a resolver el eterno conflicto de si el esmalte de uñas azul pitufo es bonito o no. ¿A dónde quiero llegar, señores? A que, como dijo mi colega Aristóteles el otro día en el bar, la virtud está en el punto medio.

No vas a traicionarte a ti mismo como escritor por escribir una historia sobre una chica marginada que quiere conquistar al popular de la clase. No vas a hacerlo en la medida que arañes aspectos de esa literatura estilísticamente brillante y los incluyas en tu historia. Y tampoco caerás en el olvido si tu historia trata sobre las implicaciones éticas de la teoría evolutiva de Lamark, pero los personajes son de ir a pie, de pasarse notitas por debajo de la mesa, y de enamorarse del profe buenorro de turno. Una idea brillante no quita una forma más asequible para el público, y una forma acuradísima no quita una idea que guste a las masas. Porque quizás, quizás, algún día ese batiburrillo de literatura comercial y literatura minoritaria termina en las librerías, y quizás logra captar a eruditos no tan eruditos y adolescentes frívolos no tan frívolos por igual. O, si más no, aparecer entre los nominados de un concurso de fanfics en la web.

Miss Way.

1 comentario:

  1. Interesante reflexión.
    Creo que el escritor debe trabajar siempre sobre lo que quiere, lo que él desea ver escrito, basándose en su experiencia y en sus pensamientos/emociones. Es la única forma de escribir 'buena literatura', de que lo escrito posea coherencia y verosimilitud.
    Y parecido argumento puede decirse del estilo: lo que lees se refleja en la forma de escribir.

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